¿Y si prohibiéramos el uso de los portátiles en las aulas universitarias?
Cada vez son más las comunidades
autónomas que han decidido prohibir el uso de los móviles en los centros
educativos preuniversitarios. En el caso de la universidad -al menos esto es lo
que dicta mi experiencia- el problema que tenemos no está tanto en los móviles
como en los ordenadores portátiles. Si bien es cierto que muchos estudiantes
los usan para tomar apuntes, lo cierto es que, salvo que se pongan en modo
avión, suponen una fuente constante de distracción cuando no un elemento
creador de una burbuja en la que el alumnado se abstrae por completo de lo que
suceda en clase.
El profesorado, por muy
interactiva que sea la clase, tiene muy difícil competir con la atención
inmediata que requieren los mensajes que se puedan recibir en línea o
simplemente con la tentación de navegar en la red.
Me ha pasado ya en varias
ocasiones tener que recriminar a algún estudiante su completa concentración en
lo que ve o escribe en su ordenador al margen de lo que se esté trabajando en
clase. Y esto ocurre incluso en momentos -o en sesiones enteras- en las que la
clase se basa en la participación del estudiantado o en las que recorro el
pasillo del aula con la intención de acercarme a quienes toman la palabra.
Se trata de un descaro
sorprendente. Sin embargo, lo más llamativo es que los estudiantes me cuentan
que hay algunos profesores cuya docencia no va más allá de leer apuntes -sí,
todavía hay quien hace esto: al fin y al cabo, a los profesores nos pagan por
el tiempo que pasamos en clase- que exigen silencio absoluto -lo que implica la
interdicción de los portátiles- hasta el extremo de expulsar a quien ose
romperlo.
La posible prohibición de los
portátiles cuenta con otro argumento que va más allá de la economía de la
atención. Se trata de que es sabido que se retiene mejor la información cuando
se toman notas manuscritas que cuando se escribe en un teclado.
Dado que la libertad de cátedra
consiste en que cada profesor puede hacer lo que considere más oportuno, es muy
posible que en adelante indique a mis estudiantes que en mis clases no se podrá
hacer uso de los portátiles.
Entiendo que pueda haber docentes
que alienten el uso de móviles y portátiles en su clase. Esto es lo que puede
suceder si se recurre a aplicaciones del tipo Kahoot, pero este no es mi caso:
el pensamiento complejo tiene difícil encaje en ejercicios de respuesta
múltiple.
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