Las
consecuencias de la política de la austeridad
Que a los niños y niñas de menor
estatus socioeconómico y cultural les va a peor en la escuela que a sus
compañeros más afortunados socialmente es cosa más que sabida. El valioso y
oportuno informe Iluminando el futuro. Invertir en educación es luchar
contra la pobreza infantil que acaba de elaborar Save the Children es una contundente prueba empírica de que la
política educativa de la austeridad nos condena
a un presente y a un futuro marcados por desigualdades cada vez más
injustas.
Los datos sobre abandono escolar
temprano son simplemente escandalosos. No se trata solo de que a los quince
años tan solo poco más del 60% del alumnado esté en cuarto curso de la ESO –el
que corresponde a su edad-, sino de que el que pertenece a los grupos menos
afortunados tiene muchas más probabilidades que la media de estar en esta
situación.
El informe aporta una novedad muy
importante: la desigual distribución del capital cultural. Partiendo de los microdatos
de la Encuesta de Presupuestos Familiares del Instituto Nacional de Estadística
se puede detectar el porcentaje de familias que han gastado al menos un euro al
año en museos, exposiciones o teatros (gravado este último con un IVA
disuasorio). Los datos son como para echarse a temblar. Solo un tercio de los
niños de entre diez y quince años ha visitado algún museo y la mitad no ha ido
ni a una exposición ni al teatro. La cosa se agrava si hacemos la comparativa
por comunidades autónomas: solo realiza estas actividades uno de cada cinco
niños en la Comunidad Valenciana o Murcia frente a casi la mitad de los escolares
de la Comunidad de Madrid. Al igual que ocurre con el PISA, se aporta el dato
del número de libros en hogar: más del 40% de los niños de Canarias y de Murcia
vive en hogares con menos de 50 libros frente a un 20% de niños de Navarra,
Asturias o Madrid que cuentan con tan escasa dotación.
Algo similar ocurre con la práctica
del deporte. El 37% de los menores de entre seis y dieciocho años no realiza
ninguna actividad física o deportiva a la semana, porcentaje que casi coincide
con el de niños y niñas de entre seis y nueve años que padece sobrepeso. El
informe añade datos como el de las horas de consumo de televisión, actividad
cuya pasividad agrava el problema.
Iluminando
el futuro elabora un índice de equidad educativa a partir de dos bloques de
elementos. El primero se refiere a la calidad de acceso a la educación e
incluye aspectos como la tasa de escolaridad de 0-2 años, el tiempo de
permanencia en la escuela –medido a partir de si la jornada es partida o
continua-, la existencia de comedor, etc. El segundo analiza la participación
en actividades culturales y de ocio (asistencia a museos, horas de consumo
televisivo, libros en el hogar, etc.). De nuevo, las diferencias entre las
comunidades autónomas más pobres y más ricas son escandalosas.
Los datos –aireados por tantas organizaciones
humanitarias- son contundentes. A modo de ejemplo, el informe destaca que “entre
los cursos 2009–2010 (1.676.466 beneficiarios) y 2012–2013 (1.085.905
beneficiarios) se ha producido una disminución de los beneficiarios de becas y
ayudas al estudio en más de 500.000 personas, siendo especialmente intensa esta
reducción en las ayudas al estudio desde el curso 2011–2012”. La pregunta que
se hace Save the Children es muy
clara: “¿De qué sirve que un niño
disponga de un aula y un profesor si no cuenta con libros, material escolar la
posibilidad de una alimentación adecuada?”
Termino indicando que la
razón que llevó a los autores del informe a contactar conmigo fue la cuestión
de si la jornada escolar continua –de nueve de la mañana a dos de la tarde-
podría acrecentar las desigualdades sociales. Como se indica en el texto,
carecemos de una investigación que permita conocer cuántos comedores y
actividades extraescolares desaparecen como consecuencia del paso de la jornada
partida a la continua. Desconocemos algo tan elemental, como si varía el
rendimiento escolar o cambia el tipo de público que acude a las escuelas con
jornada continua. Muy posiblemente, la complicidad de las administraciones
educativas con el cerril corporativismo del profesorado en esta cuestión ha
impedido que podamos saber algo tan elemental antes de cambiar la jornada de
los centros de primaria (prácticamente todos estatales) en casi toda España.
Texto publicado en
http://blogs.elpais.com/3500-millones/2015/03/invertir-en-educacion-es-luchar-contra-la-pobreza-infantil.html
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http://blogs.elpais.com/3500-millones/2015/03/invertir-en-educacion-es-luchar-contra-la-pobreza-infantil.html