martes, 23 de junio de 2020

Hablar por hablar (más bien, escribir por escribir). El caso de Francisco Marhuenda.

Hablar por hablar (más bien, escribir por escribir).

El caso de Francisco Marhuenda.

 

La clase política se ha convertido en un problema para los españoles. No es, como dicen algunos comentaristas, el primero de los problemas, pero sí es significativo que sea un importante motivo de inquietud. Más preocupante me parece la actitud y la forma de escribir y de razonar de algunos periodistas (más bien, tertulianos) como es el caso del director del diario La Razón (posiblemente, el periódico de la derecha radical con más lectores).

 

Comento aquí algunos aspectos de su artículo de la sección de opinión titulado “El final de una anomalía” publicado el 21 de junio de 2020. Sostiene Marhuenda que los cien días del estado de alarma “han servido para confinar a la población sin ningún problema”. ¿De verdad puede alguien en su sano juicio pensar que el estado de alarma tenía por objetivo el confinamiento? ¿Se puede afirmar que esto se ha hecho “sin ningún problema”?

 

Más adelante, nos obsequia con una imprecisión: “El socialismo tiene una base electoral más amplia e incluso hay algún hijo de trabajador”. ¿No tiene este hombre tiempo u ocasión para simplemente bajarse cualquier pdf de los barómetros del CIS y comprobar que es precisamente el PSOE el partido que más apoyos concita entre los trabajadores (tanto los cualificados como los no cualificados, y tanto en términos absolutos como relativos)? Es cierto que Marhuenda parecería apuntar a otra cosa, que es la cuestión de la movilidad social y el voto. Sobre esto tenemos menos datos –al menos en España-. Lo que sí sabemos, por estudios realizados en otros países, es que aquellas personas que han experimentado procesos de movilidad social ascendente son más propensas a votar a la izquierda que aquellos inmóviles que permanecen en la clase profesional-directiva.

 

Seguidamente, manifiesta su desconocimiento sobre qué sean las castas: “Los comunistas organizaron un sólido esquema de castas en la Unión Soviética y sus países satélites”. Si Marhuenda echara un simple vistazo a la Wikipedia –actividad que critica de ciertos izquierdistas en su artículo- vería que las castas estratifican a la población por su nacimiento. El comunismo dio lugar a un sistema de estratificación basado en el control de eso que Erik Olin Wright llamaba bienes de organización. Quizás Marhuenda podría haber acertado parcialmente si citase el caso de la dinastía que gobierna ese enorme campo de concentración que es Corea del Norte.

 

En el último párrafo de su escrito, Marhuenda dice que “el término «nueva» es una detestable expresión comunista”. ¿Qué estudio de filología le puede llevar a considerar que la palabra nueva es comunista?

 

Me preocupa no tanto que un periodista –más allá de que sea de izquierdas o de derechas- pueda escribir toda una sarta de sinsentidos como que se trate del director de un medio con cierta presencia en el debate público y, sobre todo, que haya gente que pueda formar su opinión a partir de este tipo de textos carentes del más mínimo rigor. Supongo que el hecho de ser director de este periódico es el pasaporte que abre a Marhuenda las puertas para participar en diferentes debates televisivos y, de este modo, extender su manera de razonar. Tengo la impresión de que las diferentes cadenas de televisión alientan un tipo de tertuliano propenso a la provocación y a la consiguiente bronca. Además de periodista, Marhuenda es profesor titular de universidad en la URJC (se puede ver el listado de sus publicaciones aquí), actividad esta última que debería ir asociada a algo más de precisión de la que trasluce el escrito que comento.

 

En mi opinión, el que un director de un periódico de cierta importancia pueda escribir del modo en que lo hace el responsable de La Razón es prueba de que a nuestra democracia aún le queda mucho camino por recorrer en lo que se refiere a la construcción de una ciudadanía democrática.