Y más sobre los deberes
Al
hilo de la publicación en este blog de una
entrada sobre los deberes, una madre - Eva Bailén-, me envió un correo
electrónico solicitando mi ayuda para hacer una petición, en la web change.org,
a favor de la reducción del tiempo
dedicado a las tareas escolares. La queja ha sobrepasado con creces las cien
mil firmas –señal inequívoca de que su contenido ha conectado con la
experiencia de muchos padres y madres, y también de docentes-. No solo eso, la
madre en cuestión ha aparecido en numerosos medios de comunicación. De entre
estas apariciones, destacaría un artículo –que incluye un interesante vídeo- en
el diario
El País, y esta información en Noticias
cuatro (entre los minutos 12 y 10 –la numeración va hacia atrás-) en la que
salimos, entre otros, Eva Bailén y yo mismo. En el diario El Mundo, y a modo de réplica, Arcadi Espada, muy en la línea
agresiva y faltona de otros columnistas de este periódico, escribía un
lamentable artículo, con el significativo título de “El
deber de los padres”, en el que venía a decir que el problema se reduce a
que lo único que quieren padres y madres es que la escuela no les dé la tabarra
y, menos aún, con los deberes (basta con ver el vídeo que aparece en El País
para darse cuenta de que lo que dice este articulista nada tiene que ver con la
realidad). De nuevo en El País, un profesor de secundaria,
Germán Trugeda, narraba su angustiosa experiencia personal con los deberes de su hijo de siete años.
La
verdad es que más allá de lo que contaba en mi blog –un resumen de un PISA in focus- no sabemos gran cosa
sobre los deberes, al menos en España. Sabemos, eso sí, que la mayor parte de
los padres y madres se implican en las tareas de sus hijos –quizás hasta el
extremo de que muchos progenitores puedan llegar a considerar que el profesor
les suspende a ellos en lugar de a sus retoños-. En la investigación Padres e hijos en la España actual,
Gerardo Meil –con datos de 2005-
señalaba que el 77% de los padres declaraba ayudar a sus hijos con los
deberes (a los que hay que añadir que en un 5% de casos tal ayuda la suministraba
un hermano del alumno y en otro 12% se trataba de un profesor particular)
frente a un 23% que indicaba que sus hijos no precisaban de ayuda. Si nos vamos
a grupos de edad, solo un 9% de padres y
madres de niños y niñas de entre diez y doce años declaraba que estos no
precisaban ayuda. En el grupo de entre los 15 y 16 años este porcentaje subía
al 32%.
En
el estudio de Pérez-Díaz,
Rodríguez y Fernández se indicaba
que, en 2008, el 56,5% de los padres y madres siempre o bastantes veces ayuda a
sus hijos en las tareas escolares (frente a un 39,4% en 2000). Este porcentaje
era de poco más del 60% si el entrevistado tenía estudios superiores y de algo
más del 51% si sus estudios no iban más allá de los primarios completos.
En
realidad, es mucho lo que nos queda por saber sobre los deberes. Ignoramos algo
tan elemental como en qué consisten. Es de suponer que en su inmensa mayoría se
trate de ejercicios propuestos por los libros de texto, con lo que nos podemos
temer lo peor de lo peor: tareas repetitivas, homogeneizadoras, carentes de
imaginación.
Ni
siquiera está claro qué sean los deberes. Pueden ser actividades consistentes
en hacer el tipo de ejercicios citados más arriba. Pero también podrían
consistir en leer un libro o preparar una noticia para explicarla en clase –tal
y como sucede, por ejemplo, en los colegios públicos Trabenco
y La
Navata-. Para saberlo, se tendría que hacer una investigación de tipo
cualitativo en la que diferentes observadores pudieran analizar las tareas que
han de acometer los alumnos.
Tampoco
sabemos si los deberes son excesivos solo para un determinado tipo de alumnos:
los que se despistan en clase, los menos estudiosos, etc. El profesorado suele
decir que estas tareas, o bien se podrían hacer en clase –si el alumno fuese
diligente-, o bien lo que queda para casa es lo poco –término este muy
subjetivo- que no se hizo en el aula.
La implicación de los padres en
los deberes disminuye a medida que avanza la edad de los hijos. Ignoramos si lo
que sucede es que aumenta el porcentaje de niños que no hacen las tareas y, en
consecuencia, suspenden, o si los niños que han sido ayudados por sus padres a
edades tempranas dejan de precisar tal ayuda a medida que crecen, o si -por
seguir especulando- acuden a academias y a profesores particulares. Un estudio
de Álvaro
Marchesi detectaba que el 32% de los
alumnos de la OCDE ha asistido a algún curso o actividad de apoyo en los últimos
tres años. En España, el porcentaje se eleva al 54%.
El debate está
servido y, como siempre que carecemos de suficientes datos empíricos –y aún con
ellos- la sociedad española parece dividida entre el “malismo” de los grupos
conservadores y el “buenismo” de los progresistas. Así, la Confederación Católica
de padres de familia (CONCAPA) considera que los deberes son, de todo punto,
imprescindibles (al fin y al cabo, habría que atar en corto a los niños –puede
que por aquello del pecado original- y, quizás, esto es lo que piensen sus
asociados). Por el contrario, la Confederación laica de
padres y madres (CEAPA) -que en esto no hace más que recoger las quejas que le
llegan a través de sus federaciones regionales- cree excesiva, y además
muchas veces inútil, esta carga de tareas."