Contra la LOMLOE todo
vale. El ejemplo de César Molina.
El diario El Mundo parece
haberse especializado en publicar artículos cuyo objetivo fundamental es
denigrar cualquier propuesta del actual gobierno de coalición aun a costa del
respeto a las más elementales normas de honestidad intelectual. Este es, en mi
opinión, el caso de un texto a cargo de César Antonio Molina, quien fuera
ministro de Cultura -ahí es nada- en el gobierno de Zapatero y reputado
intelectual. El 17 de junio se descolgó con un artículo titulado “Nadal y la
ley Celáa”. Parece que el tenista balear se ha convertido en el estandarte de
lo que debería ser España. No es que esté en desacuerdo con tal propuesta.
Simplemente, me parece un poco abusivo que se utilice a este deportista a modo
de ariete contra el supuesto caos en que viviría inmerso nuestro país.
El artículo de Molina no es uno
sino dos. Más o menos, la mitad de su escrito es una diatriba -sin concesiones-
contra Pedro Sánchez, eso sí, todo ello trufado de citas de diferentes autores
clásicos (Montaigne, Burke, Mark Twain…). Algo más moderado que Abascal, Molina
considera que Sánchez padece de epistemofia (sic), término que según
aclara el propio autor es “el miedo mórbido e irracional a que sus
conciudadanos dispongan de conocimientos y opiniones críticas”. Previamente ya
había indicado “que se mueve más por reacciones irracionales”. ¿Cómo sabe
Molina esto? Quizás también él mismo sea víctima de esta fobia que aplica al
presidente. Esto es lo que tiene escribir sin recurrir a más base empírica que
las propias opiniones (mal muy extendido entre las gentes de “letras”), lo que
recuerda a las observaciones que ya hizo Sánchez Cuenca en La desfachatez
intelectual. Por si no fuera poco, considera que “durante estos cuatro años
[Sánchez] se ha saltado todas las normas para complacer a sus aliados”. No hay
espacio para el matiz. Para no dejar títere con cabeza, menciona a Yolanda Díaz
a la que considera una extremista apostásica (sic).
Y llegamos a la parte que me
llevó a leer este artículo: la nueva ley educativa. No me cuento entre sus
seguidores, pero tanta critica desmedida puede crear un efecto bumerán y
termine por llevarme al bando progubernamental. El primer párrafo -de una
extensión considerable- se dedica a contraponer los méritos de Nadal
-indudables- a una ley que, supuestamente, habría impedido la existencia de
Nadal. Que Molina confunda los méritos que pueda tener este deportista con la
crítica a la meritocracia clama al cielo. Le recomendaría que leyera el libro
de Michael Sandel titulado La tiranía del mérito (si no tuviera tiempo,
quizás le bastaría con ver su charla TED) o, mejor aún, The Rise of
Meritocracy de Michael Young (creador del término de marras).
Molina entra directamente en el
terreno del delirio cuando afirma que “Nadal se emociona con nuestro himno y
nuestra bandera constitucional”, cosa que, por lo que se ve, no sería posible
con la actual ley educativa. No sé si quiere decir que, debido a la deriva
independentista de parte del electorado de Cataluña, España caería en el
cantonalismo.
Pero no acaba aquí la cosa. De
acuerdo con Molina “nuestra educación sobrevive en medio del caos y la
anarquía. Solo el esfuerzo de los docentes la va sacando adelante. Hoy, la
falta de autoridad promovida desde nuestras escuelas es alarmante. Peleas entre
padres e hijos, entre profesores y alumnos, entre médicos y pacientes, entre
mayores y jóvenes, o la lacra de la violencia de género”. Como no basta con
hablar de lo que cree que sucede en nuestras escuelas, aprovecha para hablar de
peleas en otros ámbitos.
A mi modo de ver, este tipo de
artículos contribuye en mayor medida a crear un ambiente de polarización que a proporcionar una comprensión serena de lo que nos ocurre.
Nota. El artículo está disponible en https://www.elmundo.es/opinion/2022/06/17/62ab0193fc6c83036d8b45d7.html