Avalancha de reválidas
Las
evaluaciones externas de la LOMCE
El Ministerio de Educación ha elaborado un “proyecto de real decreto por el que se regulan las características generales de las
pruebas de la evaluación final de Educación Primaria, y las características de
las pruebas de las evaluaciones finales de Educación Secundaria Obligatoria y
de Bachillerato”.[1]
En él se describe cómo van a ser las pruebas externas de
sexto de primaria y las reválidas que permitirán obtener los títulos de la ESO
y de Bachillerato –y es por este motivo por el que, pese a las connotaciones de
tiempos felizmente pretéritos que tal nombre evoca, se las puede denominar
reválidas-.
De su realización se encargarán profesores externos al centro en que se
realicen. Nada se sabe sobre cuáles puedan ser los criterios con que serán
seleccionados estos docentes.
La evaluación de sexto de primaria
–al igual que va a suceder con las pruebas ya en marcha para tercero- se
centran en algunas de las competencias que se habrán de adquirir en esta etapa
(Lingüística, Matemática y las Básicas en Ciencia y Tecnología) dejando al
margen, y sin explicación alguna, todas las demás. Es decir, quedan fuera las Sociales
y Cívicas, la Digital, Aprender a aprender, Sentido de iniciativa y espíritu
emprendedor y Conciencia y expresiones culturales.
A diferencia de lo que sucede con las pruebas de final de la ESO y de
Bachillerato, la de sexto no condiciona el paso del alumnado a la secundaria
inferior. Tendrá, eso sí, un “carácter informativo y orientador”. Al no ser una
prueba que condicione el tránsito al siguiente nivel educativo, se está
planteando ya la cuestión de si es obligatorio o no que la haga el alumnado. La
Confederación Estatal de Asociaciones de Padres de Alumnos (CEAPA) recomienda a
sus asociados no realizarla y, para ello, proporciona a padres y madres un
modelo de justificante. Quizás previendo estas resistencias- que ya se han dado
frente a la prueba de Conocimientos y Destrezas Indispensables, la cual se efectúa
en la Comunidad de Madrid también al alumnado del último curso de primaria-, el
borrador de decreto en su artículo 10.2 indica que las “Administraciones educativas establecerán los
mecanismos pertinentes para que los estudiantes que, por motivo justificado, no
pudieron realizar las pruebas en las fechas establecidas en la convocatoria,
puedan ser evaluados”. Este redactado plantea, como mínimo, dos dudas: ¿qué es
un motivo justificado? y ¿qué ocurre cuando el motivo no está justificado?
Las
reválidas de la ESO y del Bachillerato evaluarán la totalidad de las
competencias de estos niveles y todas las asignaturas salvo Educación Física,
Religión y Valores Éticos. Una vez más, asistimos al desafuero de la exclusión
de contenidos curriculares: no hay ninguna explicación relativa a la ausencia
de estas tres asignaturas. No tomar en consideración Educación Física equivale
a minusvalorar un área cada vez más importante para la salud pública e
individual. Después de todas las batallas por la equiparación de la asignatura
de Religión con el resto de materias, no se entiende, aunque se agradece, su
ausencia. Al desaparecer la Religión, estaba más que cantada la ausencia de la
asignatura de Valores Éticos.
Por otro lado, el
borrador considera, con no menor arbitrariedad, que las competencias
corresponden a ciertas asignaturas y no a otras. A modo de ejemplo, la “Competencia Matemática y las Competencias Básicas en
Ciencia y Tecnología se relacionarán con los criterios de evaluación y los
estándares de aprendizaje evaluables asociados a las materias Matemáticas,
Matemáticas orientadas a las Enseñanzas Académicas, Matemáticas orientadas a
las Enseñanzas Aplicadas, Biología y Geología, Física y Química, Ciencias Aplicadas
a la Actividad Profesional, Tecnología, Cultura Científica, y Tecnologías de la
Información y la Comunicación”. ¿Significa esto que no se desarrollan
competencias matemáticas en Historia cuando se analiza una pirámide de
población?
Tanto las reválidas como el examen
de sexto de primaria podrían incluir una prueba de expresión oral. Una vez más,
no se sabe por qué esta prueba es contingente, o quién determina si se lleva a
cabo o no. El redactado del borrador da a entender que se trataría de una prueba
por la que la Administración no debe sentir especial interés ya que, en el caso
de las reválidas –para sexto de primaria nada se indica a este respecto-, la
corrección “será realizada por profesorado del centro del alumno o alumna, de
acuerdo con una guía de especificaciones desarrollada por el Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte”. Dado que uno de los aspectos que se evaluará
será el de “comprender el significado que aportan la entonación, las pausas, el
tono, timbre, volumen, etc., a cualquier tipo de discurso”, es de suponer que
las pruebas incluirán un dictado que, además, será leído con alguien con un
nivel mínimo de destrezas de comunicación –aunque habrá quien diga que esto se
le supone a todo el profesorado-.
Todo apunta, tal y como se plantean
las reválidas en este proyecto, a que lo sensato sea que cada estudiante se
presente a las evaluaciones tanto de enseñanzas académicas como aplicadas, ya
que dispone de libertad para hacerlo. Esto es lo que se dice:
Artículo 15. Ámbito de aplicación. Al finalizar el
cuarto curso de Educación Secundaria Obligatoria, los alumnos y alumnas de
todos los centros docentes realizarán una evaluación individualizada por la
opción de enseñanzas académicas o por la de enseñanzas aplicadas, o por ambas
opciones.
Y, más adelante, se añade:
En caso de que el alumno o alumna haya superado la
evaluación por las dos opciones de evaluación final, para la calificación final
se tomará la más alta de las que se obtengan teniendo en cuenta la nota
obtenida en ambas opciones.
Esto es una invitación a que todo el
alumnado haga ambos exámenes. Si un estudiante hace cuarto de la ESO por la vía
académica puede considerar –esté en lo cierto o no- que le será más fácil
obtener una buena nota en la reválida profesional (que no otra cosa es la
evaluación por la opción de enseñanzas aplicadas) al tiempo que, como mínimo,
aprueba la reválida académica. Por otro lado, caso de suspender la reválida
académica, le quedaría la posibilidad de no perder un año académico enrolándose
en la formación profesional de grado medio. Y el estudiante de cuarto de la vía
profesional tendrá una clara invitación a hacer la reválida académica por si
decidiera cursar el Bachillerato.
La normativa que establece el proyecto
puede dar lugar a que el alumnado esté haciendo reválidas una y otra vez. Es
posible presentarse a la reválida para subir nota. Consideremos este ejemplo.
Con un cinco en cualquiera de las reválidas de la ESO –la académica o la
profesional- un alumno pasaría en septiembre del año en que hizo la prueba
externa al bachillerato o a los ciclos formativos de formación profesional. De
continuar estudiando, ¿puede decidir volver a presentarse a las reválidas en
junio del año siguiente?
Hay que añadir una pregunta obvia: ¿dónde queda el estudiante que no ha
aprobado la reválida? ¿Se va a su casa o sigue un año más en el centro
educativo –repitiendo el cuarto curso ya aprobado, o iría a un grupo especial
de los suspendidos en la reválida- hasta la siguiente convocatoria?
Los alumnos y alumnas de Bachillerato
también tienen la opción de presentarse a sucesivas convocatorias para subir
nota. Además, cuentan con la posibilidad de obtener el título
por más de una modalidad. Para ello, “podrán solicitar que se les evalúe de las
materias generales y de opción de su elección del bloque de asignaturas
troncales, correspondientes a las modalidades escogidas”. Tan solo hay
coincidencia de troncales de opción en las modalidad de Artes y de Humanidades
y Ciencias Sociales (de las cuatro generales, tres son comunes a las tres
modalidades de bachillerato) por lo que, en principio, solo quienes cursen
estas modalidades tendrían la posibilidad de obtener el título de Bachillerato
por más de una.
Las reválidas pretenden evaluar una serie de destrezas cognitivas de alto
nivel (Anexo II del borrador. Configuración
de las pruebas de las evaluaciones finales de Educación Secundaria Obligatoria
y de Bachillerato). Sin ánimo de ser exhaustivo, he aquí, entre otras cosas, lo
que se quiere evaluar en la competencia en Comunicación Lingüística:
a) Inferir la
información relevante de los textos, identificando la idea principal y las
ideas secundarias, y estableciendo relaciones entre ellas.
b) Reconocer
la coherencia global del texto.
c) Resumir
textos narrativos, descriptivos, expositivos y argumentativos de forma clara,
integrando la información en oraciones que se relacionen lógica y
semánticamente.
d) Deducir
información y relaciones no explícitas así como organizar la información del
texto para vincularla a un conocimiento previo.
O, en el caso de la Competencia Matemática y de la Competencias Básicas
en Ciencia y Tecnología se evaluarán, entre otras, estas capacidades:
a) Determinar
métodos, estrategias o herramientas eficientes y apropiados para resolver
problemas para los que hay métodos de resolución comúnmente utilizados.
b)
Utilizar modelos: generar ecuaciones o diagramas para representar o ilustrar
situaciones, sistemas, procesos, conceptos, principios o relaciones.
Esto es la cuadratura del círculo,
por no decir un mero engaño. Al final del documento nos enteramos de que las
reválidas son exámenes de tipo test (“Las preguntas de
la prueba serán en formato de elección múltiple con cuatro alternativas y de
respuestas semiconstruidas”) y que contendrán 350 cuestiones. ¿Cómo se pueden
generar ecuaciones o reconocer la coherencia global de un texto en un test? ¿Es que no se han puesto de acuerdo entre
sí los autores de las páginas referidas a qué se quiere evaluar con los de las
relativas a cómo evaluar?
Es muy posible que 350
preguntas sea un número excesivo. ¿Cuánto tiempo se dedicaría por término medio
a cada pregunta? Si fueran cinco minutos por pregunta, se responderían doce en
una hora: algo más de 29 horas en total (cinco días dedicando seis horas cada
día). Si un alumno hace dos reválidas, los tiempos se duplican –salvo que
hubiera una parte común en los exámenes-.
Se propone que “las unidades de
evaluación se contextualizarán en entornos próximos a la vida del estudiante incluyendo
situaciones personales y familiares, escolares, sociales y científicas y
humanísticas”. ¿Significa esto que las preguntas serán distintas dependiendo de
la localidad, ciudad, provincia, comunidad autónoma, etc. donde se realicen?
En general, y
pese a todo, lo que se quiere evaluar es de lo más sensato. ¿Quién puede
objetar que se quiera valorar la capacidad para “identificar los elementos de
un fenómeno o situación y determinar la información, procedimientos, conceptos,
relaciones, estrategias y datos para explicar hechos, manifestaciones y
problemas a diversas escalas espaciales y temporales (…), resolver problemas o
contestar cuestiones que requieren de la consideración de varios factores o
conceptos relacionados (…), diseñar procedimientos, métodos, mecanismos o
investigaciones apropiadas para contestar cuestiones de índole social,
geográfica, histórica, económica, artística o cultural, o para testar hipótesis
(…), establecer inferencias válidas en base a la información, a las
observaciones, las evidencias y la comprensión de conceptos, sacando
conclusiones que vayan más allá de las condiciones teóricas dadas, y aplicando
dichas conclusiones a nuevos contextos (…), proporcionar argumentos y
evidencias de índole social, geográfica, histórica, económica, artística o
cultural para apoyar la razonabilidad de explicaciones, argumentos y
conclusiones de investigaciones, con el objetivo último de llegar a comprender
la realidad del individuo y del conjunto de la sociedad en la conexión entre el
pasado, el presente y el futuro”?
Por desgracia, el
tipo de pruebas que aquí se propone va a dar lugar a la construcción de un
alumno robotizado cuya preocupación no podrá ir mucho más allá de buscar la
respuesta correcta. Con las reválidas de Bachiller desaparece la PAU (Prueba de
Acceso a la Universidad). ¿Realmente es este el tipo de alumno que precisa
nuestra universidad? No estamos tratando de crear personas capaces de
desarrollar y defender argumentos, de exponerlos en público, de contrastar la
información, de leer, etc.