Más
posibles escenarios de corrupción para la universidad española
La retribución adicional que recibe el
profesorado universitario en forma de tramos de investigación (llamados también
sexenios) se basa en la publicación de cinco artículos en revistas que gocen de
un mínimo de prestigio científico (JCR, Scopus, etc.).
Hace ya algunas décadas, Donald T. Campbell
acuñó una famosa ley que lleva su nombre (también conocida como el principio de
incertidumbre de Heisenberg para las ciencias sociales) y que viene a decir que
cuanto más se utiliza un indicador social para resolver problemas sociales
resulta más susceptible de distorsionar y de corromper los procesos sociales
que trata de corregir.
Exactamente esto es lo que está empezando a
ocurrir con las publicaciones científicas. Al menos en el campo en que me
desenvuelvo –el de las ciencias sociales y, más específicamente, el de la
sociología-, muchas de las revistas en español de prestigio están saturadas de
originales pendientes de evaluación, hasta el extremo de que algunas o bien
retrasan sine die tal evaluación o
simplemente indican en su web que no admiten más originales hasta que hayan
transcurrido doce meses. En estas condiciones nada tiene de extraño la
aparición de revistas (incluso del tipo JCR) que, a cambio de una cierta
cantidad de dinero, y tras pasar por el sistema de doble ciego –revisión por
parte de dos investigadores- se avienen a publicar artículos con relativa
celeridad. Ni qué decir tiene que el nivel de exigencia de estas revistas –por
muy JCR que pudieran ser- suele ser más laxo que el de las revistas que no
cobran por publicar.
Hasta ahora, o al menos es lo que yo conocía,
este tipo de revistas (muchas de ellas son consideradas predatorias) estaban radicadas
en países como India (por la cuestión del inglés). Ahora ya existen también en
España. Como no podría ser de otra manera, antes de ser publicado todo artículo
ha de pasar por el doble ciego. Una vez superado este filtro, el autor ha de
pagar una cantidad próxima a los 300€ si quiere ver su artículo publicado.
Desconozco por completo si estas revistas son o no predatorias y si realmente
300€ por artículo es la cantidad que precisa este tipo de publicaciones para
poder subsistir, o si con tal estipendio se puede estar montando una pequeña
empresa lucrativa on line. No se me
escapa el coste que supone montar una revista: desde el alojamiento web, el
trabajo de recepción de artículos y su consiguiente distribución entre los
evaluadores, la maquetación, la posible revisión de estilo de cada texto y
otros gastos. De hecho, la mayoría de las revistas españolas cuentan con el
trabajo gratis et amore de los
profesores universitarios que se avienen a realizar revisiones de artículos.
Alguna de ellas abona una módica cantidad por tal labor (en torno a los 60€).
Desde el punto de vista del profesor
universitario que persigue un sexenio, la inversión de 300€ por artículo -1500€
si todos aparecieran en revistas de pago- es más que rentable. Teniendo en
cuenta que la retribución neta por sexenio oscila entre 90€ y algo más de 100€
-dependiendo de la categoría profesional-, en poco más de un año se habría
recuperado la “inversión”.
Quizás las cosas empiecen a cambiar si, tal y
como ha sentenciado el Tribunal Supremo-, para otorgar un
sexenio no basta simplemente con constatar el índice de impacto –de prestigio,
en definitiva- de las revistas en que se publica, sino que en el caso de que un
artículo sea publicado en una revista carente de tal índice, el evaluador estará
obligado a leer el texto y emitir una evaluación acorde con tal lectura. Sin
duda, esto aumentaría considerablemente el coste en tiempo y dinero de las
evaluaciones del profesorado y, si esta retribución fuera escasa, es más que
probable que el sistema cuente con un reducido número de evaluadores o que
estos se concentren en el grupo del profesorado con menor nivel retributivo.