domingo, 27 de enero de 2019

Inger Enkvist y la sociología de la educación


Inger Enkvist y la sociología de la educación
Hace unos días cayó en mis manos un libro de Inger Enkvist titulado Repensar la educación (Ediciones Internacionales Universitarias, 2006). De acuerdo con la Wikipedia, Enkvist es una “hispanista y pedagoga sueca” que “ha publicado ensayos sobre los males de la educación y la enseñanza en la Europa contemporánea”. De tales males debe tratar este libro del cual tan solo he leído unas pocas páginas que, como se verá, dan muestra de la temeraria insolvencia intelectual de esta autora.
Enkvist se queja de que la escuela actual conduce a la ignorancia. Paradójicamente, ella misma parece ser un ejemplo de tal deficiencia. Del libro más arriba mentado, tan solo me centraré en el epígrafe titulado “La sociología de la educación”. De acuerdo con esta autora, la sociología de la educación es “una corriente de pensamiento” y no, como sería de esperar, una rama de una ciencia llamada sociología. No contenta con ello, dice que los “teóricos de esta corriente son, en primer lugar, Foucault y Bourdieu, que comienzan a hacerse célebres alrededor de 1968”. Decir esto es una muestra clara o bien de ignorancia o simplemente de mala intención. No en vano, la autora pretende –o al menos eso creo- considerar que la sociología de la educación es un producto de lo que para ella deben ser las ensoñaciones de mayo del 68. Para empezar, y pese a ser un autor muy citado desde la sociología y muchas otras ciencias sociales, Foucault no es un sociólogo. Por otro lado, Bourdieu es un clásico de la sociología, pero de ahí a considerar que junto con Foucault es el teórico de la sociología de la educación es una prueba de que esta autora ni siquiera ha consultado la Wikipedia.
Como cabría esperar, el despropósito no acaba aquí. De acuerdo con Enkvist, a “los sociólogos no suele interesarles el rendimiento escolar, más bien se concentran en el estudio de los alumnos como miembros de una determinada clase social”. Una vez más, nuestra autora no tiene empacho alguno en hacer alarde de su ignorancia. Es difícil entender cómo es posible que diga que no interesa el estudio del rendimiento escolar, pese a la abrumadora evidencia en contra de tal aserto. Pero peor aún es considerar que para la sociología el único foco de la desigualdad es la clase social, lo que implica dejarse en el tintero las desigualdades derivadas del género –no sé si esta palabra será del agrado de Enkvist-, de la pertenencia a un grupo étnico u otro o de la zona de residencia, por citar unas pocas.
Más adelante, nuestra autora se adentra en el terreno de la ofensa. Esto es lo que dice: “Podría decirse que los alumnos con problemas son sus clientes preferidos”. No sé si es que considera que los sociólogos suelen tener un bufete, al estilo de los abogados, o un gabinete psicológico en el que sablear a estos clientes. Dado que son personas con problemas, cabría presuponer que mayoritariamente tendrán un bajo nivel de renta. De ser así, no quedaría claro dónde podría estar el negocio que se adjudica a los sociólogos.
No digo nada más sobre el libro. Lo que me preocupa es que parte de nuestra élite considera que los análisis de Enkvist son dignos de consideración. De hecho, fue una de las ponentes que participó en el debate –supongo que a instancia del Partido Popular- sobre el pacto educativo organizado por la Comisión de Educación y celebrado a lo largo de 2018. Hace unos meses fue objeto de una larga entrevista a cargo del influyente diario El País. Tomó parte en la presentación de un libro escrito por el sociólogo Víctor Pérez-Díaz y gente de su equipo y que tuvo lugar en la Fundación Funcas donde el público –del que yo mismo formaba parte- asistió a la conferencia de una pedagoga sueca que habló ante una audiencia española sobre una investigación realizada en los Estados Unidos –y de la que ella no formaba parte-. Y, finalmente, cito su presencia en un debate en la FAES.
Del mismo modo que la prensa se ha puesto en guardia contra la proliferación de fake news, el mundo de la ciencia debiera estar más alerta a este tipo de desfachatez intelectual (de la que ya habló brillantemente Ignacio Sánchez-Cuenca) tal y como hizo, por ejemplo, Julio Carabaña en una incisiva recensión de un libro de estructura social.
Y, para acabar, quisiera reseñar que esta inquina contra la sociología de la educación o, al menos, cierta sociología no es exclusiva de la derecha. En el otro extremo, y a modo de ejemplo, Fernández Liria et al. se refieren a Feito y Enguita, entre otros, como “defensores de la pedagogía” y les consideran poco menos que tontos útiles del neoliberalismo (si es que he entendido bien el batiburrillo en el que se hace tal referencia). No se preocupe el lector: en todos los sitios cuecen habas. Sin ir más lejos, en nuestra vecina Francia están también en esta historia de culpar a la sociología de innumerables males sociales. Como ya dijera Bourdieu, la sociología es un arma de combate.

2 comentarios:

  1. No sé si es del todo correcto omitir una lectura guiándose por una reseña. De todos modos, eso haré.

    Muchísimas gracias por el tiempo que me has ahorrado.

    Saludos desde Argentina.

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  2. Difícilmente se puede tomar tu artículo con seriedad si partes de la wikipedia como fuente, te recuerdo que toda su información puede ser editada por cualquiera.
    Por otro lado, todas tus críticas son ideológicas, incluso el artículo que promueves lo es. Es decir toda tu fundamentación es la opinión, no das ni un sólo argumento empírico.
    Lee más y fórmate mejor. Te recomiendo el libro "Educación o barbarie" de Carlos Fernández Liria y otros.

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