La escuela concertada y los
privilegios de los ya privilegiados
Vaya por delante
que no toda la escuela concertada es elitista y que una parte significativa de
ella responde mucho mejor que la mayoría de los centros públicos a las
exigencias de una escolarización socialmente equitativa y de calidad.
Resulta llamativo como algunos
colegios concertados (y no se olvide que concertado significa que los tramos
que constituyen la educación obligatoria -es decir, la primaria y la ESO- son
tan gratuitos como en la pública) recurren a muy diferentes estratagemas para
que en ellos se escolaricen los grupos sociales más acomodados.
Dado que la educación infantil no
está concertada, es fácilmente comprensible que solo escolaricen a sus hijos en
esta etapa en el centro escolar de su preferencia aquellas familias que
dispongan de los recursos económicos suficientes –lo que incluye ayudas
públicas- para afrontar el pago de las cuotas mensuales. Sin embargo, resulta
más difícil explicar por qué sucede básicamente lo mismo en las etapas
obligatorias.
La mayoría de los centros concertados
son colegios de ideario católico y esto es algo que estas escuelas suelen
resaltar en sus jornadas de puertas abiertas. Incluso algunos explicitan que el
alumnado reza al comienzo de la jornada lectiva. No creo que sea aceptable que
con el dinero de todos los españoles se esté financiando una opción
particularista. Si hay que rezar, es difícil que se matriculen en el centro
quienes profesan otras religiones o ninguna o quienes simplemente consideran
que la escuela no es el lugar adecuado para evangelizar a la población. Con
esto no quiero negar el ideario o carácter propio del centro y ni siquiera que
quien lo desee rece. El problema es que se está omitiendo que no es preciso ser
católico para matricularse en un centro que profese esta religión. En su famosa
sentencia del 13 de febrero de 1981 relativa al Estatuto de Centros Escolares
(disponible en http://hj.tribunalconstitucional.es/es/Resolucion/Show/5),
el Tribunal Constitucional estableció que la “libertad del
profesor no le faculta por tanto para dirigir ataques abiertos o solapados
contra ese ideario, sino sólo para desarrollar su actividad en los términos que
juzgue más adecuados y que, con arreglo a un criterio serio y objetivo, no
resulten contrarios a aquél”. Y, en lo que se refiere a la relación de los
padres con respecto al ideario, el alto tribunal establece que “al haber elegido libremente para sus hijos
un centro con un ideario determinado están obligados a no pretender que el
mismo siga orientaciones o lleve a cabo actividades contradictorias con tal
ideario, aunque sí puedan pretender legítimamente que se adopten decisiones
que, como antes se indicaba respecto de la libertad de enseñanza que la Ley
otorga a los profesores de este género de centros, no puedan juzgarse, con
arreglo a un criterio serio y objetivo, contrarias al ideario”. En todo caso,
los centros concertados, con independencia de su ideario, tienen la obligación
de ofrecer una asignatura alternativa a la de Religión. Es más, hay
centros católicos que se declaran explícitamente ecuménicos. Sin embargo, lo
habitual es omitir cualquier referencia a que, en realidad, todo centro católico
concertado es ecuménico, lo quiera o no. De no serlo, simplemente no debería
ser concertado.
Pero, con independencia de la filiación religiosa de
cada cual, el elemento que convierte a algunos centros en clasista es el cobro
de cuotas mensuales –normalmente en torno a 100€ al mes, aunque algunos cobran
mucho más- abonadas a una fundación vinculada al colegio –y de las cuales,
hasta ahora, las familias se podían desgravar en la declaración de la Renta-.
Seguramente sea cierto que estas cuotas son imprescindibles para que los
centros puedan funcionar, ya que la cantidad que les transfiere el estado –en
forma de concierto- no cubre los costos de la escolarización. Si esto es así,
el estado –pese a que esto escueza a cierta izquierda- debería aumentar el monto
de tal concierto. Esto dejaría sin excusa a los centros concertados para el
cobro de las cuotas y permitiría la escolarización en ellos de los grupos
sociales menos aventajados.
Pero hay más vías para disuadir de acceder a quien no
tenga suficiente capacidad adquisitiva. Basta simplemente con convertir
determinadas actividades en curriculares. Un ejemplo muy conocido es el de la
natación curricular, la cual consiste en que una o varias de las horas
semanales de Educación Física tienen lugar en la piscina del centro y para ello
cada familia ha de abonar una cantidad mensual.
Se podrían añadir las actividades extraescolares
–tanto las que tienen lugar en el horario de comedor como las que se realizan
una vez ha terminado la jornada escolar-, pero al fin y al cabo estas son
voluntarias. Es cierto que quizás una familia con pocos recursos podría
considerarse preterida si sus hijos son los únicos que no pueden disfrutar de
tales actividades. En todo caso, esto no debería ser muy preocupante, pues es
habitual que los centros católicos manifiesten su clara vocación de ayudar a
los más necesitados y aquí podrían encontrar un terreno abonado para la
práctica de tan noble actividad.
Nada tengo que objetar a la existencia de la educación
concertada. Es cierto que cuando, en 1985, la LODE (Ley Orgánica del Derecho a
la Educación) arbitró el sistema de conciertos, el estado estaba reconociendo la
necesidad de incorporar a los centros privados en la oferta escolar. Por otra
parte, y dada la homogeneidad burocrático-funcionarial de tantos centros
públicos, la concertada puede ser una opción más que deseable. Sin embargo, lo
que no resulta admisible es que, en términos agregados, la escuela concertada
se haya convertido en una suerte de escuela privada low cost para determinados sectores sociales.
La única objeción a lo que dices: Es una minoría la que escolariza mejor que otra minoría de centros públicos pues la mayor parte de los centros públicos reciben al alumnado que los solicita sin cribar como hace la mayor parte de los centros concertados. (En Leganés tenemos un ejemplo de centro concertado que cumple un buen papel social: La Ciudad-Escuela de Los Muchachos")
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