domingo, 1 de septiembre de 2019

Hamburgo: una lección de memoria histórica


Hamburgo: una lección de memoria histórica
He pasado unos días de agosto en la acogedora ciudad de Hamburgo. De entre sus numerosos monumentos y espacios destacables, me centraré en la iglesia de San Nicolás (o más bien en lo que queda de ella). Este edificio arrastra una triste historia de destrucción: fue arrasado en el gran incendio de 1842 y, salvo su torre, fue víctima del bombardeo aliado de 1943 –a cargo de la RAF: la operación Gomorra-.  El lugar anteriormente ocupado por la iglesia se ha convertido en un monumento conmemorativo tanto de las víctimas del bombardeo como de las minorías étnicas perseguidas por el régimen nazi (judíos y gitanos, fundamentalmente).
Llama poderosamente la atención cómo Hamburgo –y, en general, toda Alemania- ha asumido su culpabilidad en el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial. En la anterior guerra mundial, la interesada interpretación que se hizo en Alemania del Tratado de Versalles era que las potencias aliadas la consideraron culpable de la conflagración, cosa que el país germano se negó a admitir.
Pese a que la operación Gomorra fue brutal (arrasó el ochenta por ciento de la ciudad), en las inscripciones que describen lo que allí sucedió se dice claramente que el bombardeo fue culpa de los propios alemanes por haber dado lugar a un régimen político que anuló la democracia. En el museo adyacente a la iglesia se hace referencia a los bombardeos previos (tan inmisericordes o más que el padecido por Hamburgo) que el ejército alemán  llevó a cabo en ciudades como Coventry o Varsovia. También se cita la destrucción sistemática de la localidad de Gernika. El mensaje parece claro: nos hacen lo mismo que nosotros hemos hecho a otros y nosotros somos responsables de tanto mal.
Como español, la reflexión que me hago es la de cómo es posible que en España aún haya tantos sectores sociales (la mayor parte de la oligarquía), políticos (las tres derechas) y culturales (entre otros, la Academia de la Historia y los seguidores del publicista Pío Moa) que sean reacios a reconocer que lo que sucedió en nuestro país el 18 de julio de 1936 no fue otra cosa que un golpe de estado de carácter fascista contra una democracia que, como todas, fue imperfecta. Como ya dijo Churchill, la democracia es el peor de los regímenes políticos siempre y cuando excluyamos a todos los demás. Que todavía tengamos que oír que la guerra comenzó en octubre de 1934, o que ambos bandos tuvieron igual responsabilidad en el conflicto –una equidistancia similar a la que sostiene parte del abertzalismo con respecto a ETA y la democracia española-, da mucho qué pensar sobre la madurez de nuestra democracia. Y esto por no mencionar la polémica que aún colea sobre el Valle de (un bando de los) Caídos.
Aquí Hamburgo nos da una lección de memoria histórica de la que conviene aprender. Parafraseando a Kennedy: Ich bin ein Hamburger.
Danke Hamburg.
P.D. Casualmente, en los días de mi estancia en Hamburgo el diario El Pais publicó un atractivo texto que recomienda visitar esta ciudad: https://elviajero.elpais.com/elviajero/2019/08/28/actualidad/1566995045_394187.html

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