Algunas diferencias
y semejanzas
entre los votantes
de las derechas y de las izquierdas.
Recientemente, y como lo hace
cada año, el CIS ha publicado su estudio relativo a la opinión acerca de la
fiscalidad (estudio 3469). Se trata de un sondeo que suele pasar relativamente
desapercibido (quizás debido a su publicación en pleno verano). No solo contiene
una información muy valiosa para conocer la opinión de los españoles sobre
aspectos relacionados con los impuestos -de la que aquí se ofrece una
selección-, sino que -como se verá- se añaden algunas cuestiones más.
En
determinados temas hay grandes diferencias no solo entre los electores de
derechas y de izquierdas, sino que también las hay entre los votantes de cada
uno de los cuatro partidos de ámbito nacional (el tamaño de la muestra no
permite decir gran cosa sobre el resto de las opciones políticas).
Empezando
por los puntos de consenso, se observa que los votantes de cualquiera de los
partidos señalan un elevado grado de respeto a las opiniones ajenas. En una
escala del 0 al 10, donde 0 equivale a considerar nada importante tal respeto y
10 a creerlo muy importante, la media es de 9,09. Está por encima de 9 entre
los votantes del PP y del PSOE y algo por debajo de esta cifra entre los de Vox
y los de Sumar. Estos datos coinciden con los del igualmente reciente estudio
sobre felicidad y valores sociales en el que se detectaba que algo más del 80%
de la muestra considera que la democracia es preferible a cualquier forma de
gobierno, siempre y en cualquier circunstancia. Así lo piensa algo más del 90%
de los votantes del PSOE y algo menos de este porcentaje quienes optan por
Sumar. En el caso del PP, el 83,2% está de acuerdo con esta proposición y en el
de Vox tres de cada cuatro también lo están. Sin duda, se trata de una buena
noticia para la salud de la democracia.
A partir de
aquí, casi todas las cuestiones planteadas muestran grandes diferencias entre
las derechas y las izquierdas. Esto se ve claramente en el tema de las guerras
culturales, en concreto en cuestiones como la valoración de la calidad de la enseñanza
o el gasto público en cultura. De este modo, el 50% de la muestra considera que
la educación funciona muy o bastante satisfactoriamente. Tal porcentaje baja al
40% entre los votantes del PP y desciende a un 31,5% entre los de Vox. Por el
contrario, el 60% de los electores de izquierda está satisfecho (el 46% de la
población cree que funciona poco o nada satisfactoriamente).
En lo que se refiere al gasto en
cultura, un tercio de los votantes de Vox lo considera excesivo. También lo
piensa así el 17,8% de quienes optan por el PP. Sin embargo, comparte esta
opinión menos del 4% de los votantes de izquierda. Obviamente, los votantes de
izquierda son más proclives a considerar que es escaso, cosa con la que
coinciden con el 41,3% de los votantes del PP y con el 37,6% de los de Vox, lo
que muestra una enorme diferencia de opinión entre el propio electorado de
estos partidos, especialmente el de Vox.
Veamos, a
continuación, cómo se distribuye la opinión con respecto a determinados
capítulos del gasto público. Un tercio de los votantes de Vox y uno de cada
cinco del PP considera que el gasto en desempleo es excesivo, cosa que solo
piensa el 5,5% de los del PSOE y el 2,7% de los de Sumar. Al mismo tiempo, en
torno a un tercio de los votantes tanto del PP como de Vox considera que es muy
poco. Lo contario ocurre con el presupuesto de defensa: demasiado para uno de
cada cuatro votantes del PSOE -aunque uno de cada cinco cree que es escaso- y
para casi el 60% de los de Sumar. Esto solo sucede para el 8,3% de los del PP y
para el 12,5% de los de Vox. Tres de cada cuatro votantes de Vox y el 60% de
los del PP consideran que es escaso el gasto en seguridad ciudadana, opinión
que se reduce a un 36,7% entre los electores del PSOE y al 27,8% de los de
Sumar. El gasto en protección del medio ambiente es excesivo para un tercio de
los votantes de Vox y muy escaso para otro tercio (de nuevo, una enorme
división de opiniones). El 11% de los electores del PP lo considera exagerado.
En el caso de los electores del PSOE, el porcentaje es de un 2,5% y de un
insignificante 0,7% entre los de Sumar. Los votantes de Vox son los menos
favorables a la cooperación al desarrollo: uno de cada cinco. Sin embargo, el
42,6% de este electorado cree que se gasta muy poco en este capítulo.
La actitud ante los impuestos y
la intervención del estado en la economía también dividen claramente al
electorado. Uno de cada cuatro entrevistados piensa que los “impuestos son algo
que el Estado nos obliga a pagar sin saber bien a cambio de qué”. Tal
porcentaje sube al 40% para quienes votan el PP y asciende a un 60% entre los
de Vox. Esto solo ocurre entre el 9% de los votantes del PSOE y el 4,6% de los
de Sumar. Conviene señalar que más de mitad de los votantes del PP indica que
los impuestos son imprescindibles para que se puedan prestar servicios públicos
y que hace lo mismo un tercio de los de Vox. Como era de esperar, los electores
de la izquierda son, con enorme diferencia, los más proclives a señalar que los
impuestos sirven para redistribuir la riqueza.
En una escala del 0 al 10, donde
0 es ser favorable a pagar más impuestos para mejorar los servicios públicos, y
10 lo opuesto (menos impuestos, aunque esto signifique peores servicios
públicos), los entrevistados se sitúan en un punto medio: 4,8. Está por encima
del 5 entre los de derechas y por debajo entre los de izquierda.
Quienes votan a las derechas
consideran que pagamos muchos impuestos (62,4% en el caso del PP y 79,3% en el
de Vox). Lo contario sucede con los de izquierdas (22,1% en el PSOE y 13,8% en
Sumar).
Los electores perciben de un modo
muy distinto la cuestión del grado de intervención del Estado en la economía.
Los máximos partidarios del estado mínimo son los votantes de Vox: el 22,9%. En
el extremo opuesto (el estado debe intervenir en toda la vida económica) se
sitúa el 23,9% de los votantes del PSOE y el 38,5% de los de Sumar.
En el estudio se pregunta por el
destino del porcentaje de los impuestos asignados a la Iglesia católica y/o a
fines sociales. Tan solo el 11% de los entrevistados marcó la opción de atribuirlo
a la Iglesia católica. Optó por ella el 26,1% de los votantes del PP y el 19,9%
de los de Vox. En el caso de los de la izquierda, lo señala el 2,6% de los del
PSOE y el 2,3% de los de Sumar. En todo caso, conviene tener en cuenta que, en
este estudio, más de la mitad de los entrevistados se declara católico (un
17,3% católico practicante y un 36,6% no practicante).
Finalmente, se abordarán algunas
cuestiones puntuales consideradas en el cuestionario. En lo que se refiere a la
meritocracia, hay una cierta inclinación a considerar el importante peso del
origen familiar o de los contactos. Como era de esperar, se concede más peso a
este factor entre los electores de la izquierda.
El electorado es muy levemente de
izquierda: un 4,9 en una escala en la que 1 es lo más de izquierda y 10 lo más
de derecha. Los electores más polarizados serían los de Vox y los de Sumar: un
tercio de entre ellos se sitúan, respectivamente, en las posiciones 10 y 1.
En lo que atañe a la
identificación subjetiva de clase, uno de cada cuatro votantes de Vox se
autodefine como clase baja/pobre y un 29,5% de los de Sumar se identifica con
marcadores más ideológicos del tipo clase trabajadora, obrera o proletariado
(cosa que solo hace el 5% de los de Vox). En todo caso, y como es habitual, casi
todo el mundo (un 42,6%) se ve a sí mismo como clase media-media.
En este estudio nada se pregunta
por la cuestión que más divide a las izquierdas de las derechas: la actitud
frente al feminismo.
En
definitiva, tenemos una muy seria divergencia de opiniones con respecto a la
fiscalidad y, si se quiere, la igualdad y la solidaridad. En general, buena
parte de quienes votan a la derecha desea pagar menos impuestos al
considerarlos excesivos, justo lo contrario de los que optan por la izquierda.
Cuando contemos con los microdatos, habría qué ver a qué grupos sociales
pertenecen quienes, con independencia de que sean de derechas o de izquierdas,
prefieren menos estado. Sería muy importante averiguar cómo se conjuga en el
caso de Vox el rechazo al estado con un porcentaje significativamente alto de
votantes de este mismo partido que se considera pobre o de clase baja.