El diario ABC y la religión en la escuela
Como si se tratara de los diez
mandamientos, el diario ABC publica un decálogo
de motivos por los que la asignatura de Religión debe permanecer dentro del
horario escolar. Se trata de argumentos, y nunca mejor dicho, para su
parroquia. A continuación los enumero y los comento.
El primero mantiene que se trata de un
derecho constitucional. ABC –y para ello se remite al artículo 27.2 de la
Constitución- considera que de no existir la enseñanza de la religión no podría
haber un “pleno desarrollo de la personalidad humana”. Esto equivaldría a decir
que ese más del 26% de españoles que se declara ateo o no creyente –porcentaje
que se acerca al 50% entre los menores de 34 años- tendría una personalidad
humana subdesarrollada. Llueve sobre mojado. Como comentaba Sánchez Ron, los contenidos
curriculares de la asignatura de Religión dicen explícitamente que el “rechazo de Dios tiene como consecuencia en el ser
humano la imposibilidad de ser feliz”. ABC considera que el artículo
27.3 de nuestra Carta Magna – el cual señala
que “los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los
padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que
esté de acuerdo con sus propias convicciones”- implica, necesariamente,
que las clases de Religión han de impartirse dentro del horario escolar (cuestión,
sin duda, sujeta a interpretación).
El segundo punto se refiere a
que en Primaria la Religión es la opción mayoritaria del alumnado. De seguir
esta lógica, en algunas comunidades –por ejemplo Andalucía- la Religión debería
ofertarse. Sin embargo, allí donde pocos alumnos eligen esta materia, debería
suprimirse. En todo caso, los derechos no dependen de lo que quieran las
mayorías (por ejemplo, no sería admisible en un estado de derecho que los
judíos no pudieran contraer matrimonio con los cristianos porque la mayoría
considerase que esta es la opción correcta).
Los aspectos tercero y cuarto
se refieren a que la religión ofrece una visión plural de la sociedad y que
previene contra la intolerancia. Sin duda, esto dista de ser el caso del
catolicismo. Más arriba, ya he indicado que desde esta religión se consideran
seres incompletos a quienes no profesen confesión alguna. Sin remitirnos al
pasado, el catolicismo rebosa de actitudes intolerantes impropias de una
sociedad democrática. Bastaría con pensar en la actitud de la Iglesia frente a
la pedofilia de algunos de sus representantes, su intransigencia frente al
matrimonio homosexual o la postergación de la mujer.
No
termino de entender el punto 5, referido a que la religión en las aulas evita
la discriminación por razones económicas. Si estuviese fuera de aquellas asistiríamos
a una “discriminación para quienes no tuviesen medios económicos para pagar las
clases fuera de la escuela pública”. No sé si esto significa que las parroquias
cobran a sus feligreses por aprender su propia religión. En fin, no quiero dar
ideas.
El
sexto aspecto señala que la presencia escolar de la religión es lo habitual en
países de nuestro entorno (salvo Francia y, horror, Albania –el país del hombre
nuevo-). Aquí se mezclan, arteramente, sistemas educativos en los que se enseña
catequesis y en los que hay una materia de Historia de las religiones. Al igual
que el resto, es un argumento endeble. Hace unos cuantos años pocas
legislaciones -aparte de la española- contemplaban el matrimonio entre personas
del mismo sexo.
El
argumento 7 es el más contundente: la presencia de la religión en la escuela
responde a acuerdos internacionales. Esperemos que, de una vez, sea derogado el
concordato con el Estado Vaticano.
Los
enunciados octavo y noveno son de una obviedad hiriente: sin religión no se
entiende Europa, y aquella resulta esencial para entender nuestra cultura. Está
claro. Pero esto no significa ni que tenga que existir una asignatura
específica de historia de las religiones ni, mucho menos, la catequesis. Hay
muchos elementos sin los que no se entendería Europa y no por ello vamos a
crear una asignatura de historia para cada uno de ellos.
El
último motivo (la defensa de los puestos de trabajo) parece buscar una cierta
simpatía sindical. En nuestro país han desaparecido muchos puestos de trabajo
como consecuencia de la evolución socio-económica. No obstante, no tiene por
qué desaparecer ningún puesto de trabajo. Lo que dice el PSOE es que la
religión se imparta fuera del horario escolar y, dado que esto no implicaría
necesariamente reducir el número de horas lectivas, tendríamos en realidad más
empleos.
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