El profesor más innovador de España
El pasado mes de mayo, Juan de Vicente,
profesor en el IES “Miguel Catalán” de Coslada ha recibido el premio D+I al profesor más
innovador de España. He tenido conocimiento de tan grata noticia gracias a la
entrevista que se le hacía en el número de septiembre de la revista Convives (que tan
diligentemente dirige Pedro Uruñuela). Conozco a Juan de Vicente desde hace ya
unos cuantos años. Su extrema amabilidad facilitó el trabajo de campo que hice
en su centro con motivo de una investigación sobre escuelas democráticas. No
añadiré nada nuevo a lo que decía en el artículo que publiqué relativo
a este centro (y que resumía muy bien el diario El Confidencial). Simplemente, me
gustaría recalcar que la frase que le da título, “La fuerza de la normalidad”,
salió de sus labios. Creo que esto es
algo fundamental. Más allá de las características excepcionales –muchas,
indudablemente- que personas como Juan de Vicente puedan tener –y que él, fiel
a su carácter humilde, se esforzará en negar-, lo importante es que el IES
“Miguel Catalán” tiene el mismo tipo de profesorado que cualquier otro centro
escolar y un alumnado más bien de origen socioeconómico bajo o medio-bajo. Es
decir, sus docentes llegan allí por un concurso de traslados, el alumnado es el
de la zona y el atractivo proyecto educativo del instituto se ha creado con
estos mimbres.
De la entrevista que se le hizo en
televisión
a Juan de Vicente con motivo del premio, destacaría varias cosas –de entre las
muchas que se podrían resaltar-. En primer lugar, el énfasis en subrayar que el
premio, por muy individual que sea, en realidad responde a un trabajo
colectivo. En segundo lugar, señalar que el estudiantado puede ser una cosa u
otra –solidario o egoísta, responsable o apático- en función de cómo se
organice el centro escolar y qué tipo de pedagogía se practique en él. En
tercer lugar, destacar que los otros dos finalistas de este premio son también profesores
de centros públicos –cuyas webs se pueden ver aquí y aquí-. Quisiera
entretenerme un poco más en esta cuestión. Cuando hice la investigación sobre escuelas democráticas
escribí –creo que algo temerariamente- que los centros públicos, pese a tantas
limitaciones impuestas por algunos intolerables privilegios funcionariales, estaban
mejor preparados para la innovación educativa que los privados. La realidad
empírica parece que termina por conceder algo de razón a esta apreciación.
Desde aquí, y para terminar, quiero enviar mi
más sentida enhorabuena a Juan de Vicente y a la comunidad educativa del IES
“Miguel Catalán”. Ojalá hubiera un instituto así cerca de mi casa.
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