jueves, 15 de octubre de 2015

Finlandia, una vez más

Finlandia, una vez más.

         Recientemente, el diario digital El Confidencial ha publicado una crónica en la que se explican algunos aspectos del funcionamiento del único colegio finlandés que hay en España. Lo más sorprendente es que da la sensación de que aquí hacemos justamente lo contrario de lo que es habitual en el sistema educativo finlandés.

         A diferencia de lo que ocurre en España, en Finlandia el suspenso de una materia –y, no digamos, la repetición de curso- es poco menos que anecdótico. Mientras que en España padecimos -no hace mucho- la polémica sobre si el 0 debería desaparecer de las calificaciones (una idea que provendría de lo que algunos llaman la pedagogía blanda), en Finlandia el suspenso solo se puede consignar con un 4 y los exámenes se aprueban con un 35% de aciertos. Es más, en cuanto se detecta que un alumno tiene algún problema en seguida se le asignan recursos de apoyo. Aunque el número de alumnos por aula –más allá de cierta cifra- pueda no ser determinante, parece que el hecho de que los grupos tengan en torno a quince estudiantes es una ayuda.

         La polémica sobre el exceso y el carácter absurdo de los deberes en España ha sido recogida en las últimas semanas en la prensa internacional. Sin embargo, en Finlandia –como ya he señalado en alguna ocasión- se hacen pocas tareas fuera de la escuela. Un niño del colegio finlandés cuenta que sus compañeros españoles tienen que hacer deberes que llevan mucho tiempo, el cual se ve incrementado por la tarea absurda de tener que copiar los enunciados de los ejercicios (en fin, cosas que cualquier padre o madre español conoce de sobra).

         La cosa va un poco más lejos. En Finlandia se está planteando acabar con las asignaturas y trabajar por proyectos que globalicen el currículo –como ya lo están haciendo las escuelas de jesuitas en Cataluña-. En España, por el contrario, acaba de saltar a la palestra, una vez más, la queja del profesorado de Filosofía por la reducción del número de horas de tal materia. Estoy totalmente en contra de esta minoración. Sin embargo, lo que no se sostiene es la pretensión de que la Filosofía se debe mantener porque es una materia que enseña a ser crítico, como si tal actitud no se pudiera promover desde la Física o la Literatura. Que se sepa, la docencia de la Filosofía es similar –transmisiva, unidireccional- a la del resto de asignaturas.


         Pese a que en este colegio finlandés se almuerza a unas horas que a los españoles se nos antojan intempestivas, todos los alumnos comen obligatoriamente en la escuela entre las once y las doce. Subrayo algo que ya he indicado previamente al hablar sobre los biorritmos de los adolescentes: los alumnos de más edad pueden empezar su jornada a las once de la mañana. Un apunte más sobre los tiempos escolares. Pese a que carezco de datos al respecto sobre sus efectos sobre el rendimiento, parece una buena práctica que cada sesión lectiva –cuya duración es de cuarenta y cinco minutos- sea seguida por una pausa de un cuarto de hora. 

Este texto también está disponible en http://www.blogcanaleducacion.es/

1 comentario:

  1. No sólo los Jesuitas, o mejor dicho una de sus escuelas, trabajan por proyectos. Como sabes, varias escuelas públicas, entre ellas La Navata viene haciéndolo desde hace 20 años

    ResponderEliminar