Carta
abierta a la comunidad educativa.
Convirtamos
en días lectivos las festividades de mayo (el 1 de mayo y, en la ciudad de Madrid,
el 15 de mayo) y varios sábados de abril y mayo.
Hace un rato estaba escribiendo un
correo para mis estudiantes de sociología sobre cómo organizar lo que nos pueda
quedar de calendario lectivo. Veo, con enorme preocupación, que muy
posiblemente las clases –y esto en el mejor de los casos- no se retomen hasta
pasada la Semana Santa.
Pese al confinamiento, estoy
trabajando al mismo ritmo que si tuviera que impartir clases. Hago tutorías por
email –he ofrecido, con nulo éxito, el recurso a Skype o Google Meet-, recibo y
evalúo los escritos correspondientes a los temas que vamos abordando y estoy
grabando con voz los PowerPoint correspondientes al temario del programa (por
cierto, esta última es una actividad muy didáctica). Es posible que sea de
aplicación la idea de que no hay mal que por bien no venga, y quizás podemos
llegar a darnos cuenta de que hay que promover el trabajo autónomo –con todas
las ayudas que sean precisas- del estudiantado. Sé que esto es más fácil en mi
área de conocimiento que en otras –sobre todo aquellas que requieren, por ejemplo,
prácticas de laboratorio-.
Para paliar los efectos negativos de
la pausa lectiva impuesta por el coronavirus, nuestros rectores han propuesto
prorrogar dos semanas más el curso. Sin embargo, en mi opinión, no debería ser
esta la solución para todos ni quizás para la mayoría. Más allá del trastorno administrativo
–entrega de actas, pruebas de acceso a la universidad, matriculación, etcétera-
que pueda suponer el prolongar quince días el final del curso, en la mayor
parte del país nos encontramos con la amenaza del calor (del mismo modo que el
invierno inmediatamente posterior al final de la Segunda Guerra Mundial fue
cruelmente frío, no sería de extrañar que alguna ola de calor azotara al país en el
mes de junio). Es sabido el impacto negativo que sobre el rendimiento –no digamos
en un examen- ejerce el calor excesivo. La mayor parte de nuestras aulas no
dispone de aire acondicionado.
Es por ello que propongo que
convirtamos en lectivos los días festivos y sábados que sean precisos. En el
peor de los casos, podría ser algo voluntario. Cuando era estudiante teníamos
exámenes los sábados por la mañana y por la tarde (estoy hablando de los
primeros ochenta). No tendría sentido que estemos alabando el sacrificio del
mundo sanitario mientras que en el ámbito educativo no proponemos alguna
solución.
No quiero terminar estas líneas sin
sumarme, claro está, al agradecimiento general al personal sanitario, a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, a los bomberos, a los carteros, etc. Quiero
incluir en este reconocimiento a la clase obrera del sector de los transportes
(de la logística en general) y de los centros comerciales en funcionamiento (y
seguro que me dejo en el tintero a muchos colectivos: perdón de antemano). Para
ellos, sirva de homenaje esta canción de los Creedence en la que se pone de
manifiesto que hay gente que hace el trabajo manual que tú no harías (aquí
tenéis la letra y podéis pinchar la reproducción de esta increíble canción: https://www.lyricsfreak.com/c/creedence+clearwater+revival/dont+look+now_10073151.html).
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ResponderEliminarSí, lo importante es quizás cómo convencemos a todos los profesores (y a las familias) de que un posible confinamiento hasta el final del curso nos obliga a seguir adelante por todos los medios. Mi pregunta es cómo podemos fomentar un liderazgo en el que la universidad española (quizás más específicamente, las facultades de Educación, incluyendo a los sociólogos educativos) puede hacer su aporte ayudando a las escuelas a no dejar a los niños sin enseñanza en estos meses, y sin apoyo individualizado.
ResponderEliminarClaro que eso implicaría primero un liderazgo para que todo el profesorado relacionado con educación y ciencias sociales estuviera obligado a participar. Digo "obligado", porque los correos que recibimos son de medias tintas ("no se puede obligar a nadie a enseñar online", "no se puede obligar a los alumnos a asistir a videoconferencias"). Tenemos el deber ético de trabajar tanto como los profesionales sanitarios. Más en estos momentos