domingo, 15 de marzo de 2020

Carta abierta a la comunidad educativa


Carta abierta a la comunidad educativa.
Convirtamos en días lectivos las festividades de mayo (el 1 de mayo y, en la ciudad de Madrid, el 15 de mayo) y varios sábados de abril y mayo.

            Hace un rato estaba escribiendo un correo para mis estudiantes de sociología sobre cómo organizar lo que nos pueda quedar de calendario lectivo. Veo, con enorme preocupación, que muy posiblemente las clases –y esto en el mejor de los casos- no se retomen hasta pasada la Semana Santa.
            Pese al confinamiento, estoy trabajando al mismo ritmo que si tuviera que impartir clases. Hago tutorías por email –he ofrecido, con nulo éxito, el recurso a Skype o Google Meet-, recibo y evalúo los escritos correspondientes a los temas que vamos abordando y estoy grabando con voz los PowerPoint correspondientes al temario del programa (por cierto, esta última es una actividad muy didáctica). Es posible que sea de aplicación la idea de que no hay mal que por bien no venga, y quizás podemos llegar a darnos cuenta de que hay que promover el trabajo autónomo –con todas las ayudas que sean precisas- del estudiantado. Sé que esto es más fácil en mi área de conocimiento que en otras –sobre todo aquellas que requieren, por ejemplo, prácticas de laboratorio-.
            Para paliar los efectos negativos de la pausa lectiva impuesta por el coronavirus, nuestros rectores han propuesto prorrogar dos semanas más el curso. Sin embargo, en mi opinión, no debería ser esta la solución para todos ni quizás para la mayoría. Más allá del trastorno administrativo –entrega de actas, pruebas de acceso a la universidad, matriculación, etcétera- que pueda suponer el prolongar quince días el final del curso, en la mayor parte del país nos encontramos con la amenaza del calor (del mismo modo que el invierno inmediatamente posterior al final de la Segunda Guerra Mundial fue cruelmente frío, no sería de extrañar que alguna ola de calor azotara al país en el mes de junio). Es sabido el impacto negativo que sobre el rendimiento –no digamos en un examen- ejerce el calor excesivo. La mayor parte de nuestras aulas no dispone de aire acondicionado.
            Es por ello que propongo que convirtamos en lectivos los días festivos y sábados que sean precisos. En el peor de los casos, podría ser algo voluntario. Cuando era estudiante teníamos exámenes los sábados por la mañana y por la tarde (estoy hablando de los primeros ochenta). No tendría sentido que estemos alabando el sacrificio del mundo sanitario mientras que en el ámbito educativo no proponemos alguna solución.
            No quiero terminar estas líneas sin sumarme, claro está, al agradecimiento general al personal sanitario, a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, a los bomberos, a los carteros, etc. Quiero incluir en este reconocimiento a la clase obrera del sector de los transportes (de la logística en general) y de los centros comerciales en funcionamiento (y seguro que me dejo en el tintero a muchos colectivos: perdón de antemano). Para ellos, sirva de homenaje esta canción de los Creedence en la que se pone de manifiesto que hay gente que hace el trabajo manual que tú no harías (aquí tenéis la letra y podéis pinchar la reproducción de esta increíble canción: https://www.lyricsfreak.com/c/creedence+clearwater+revival/dont+look+now_10073151.html).


2 comentarios:

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  2. Sí, lo importante es quizás cómo convencemos a todos los profesores (y a las familias) de que un posible confinamiento hasta el final del curso nos obliga a seguir adelante por todos los medios. Mi pregunta es cómo podemos fomentar un liderazgo en el que la universidad española (quizás más específicamente, las facultades de Educación, incluyendo a los sociólogos educativos) puede hacer su aporte ayudando a las escuelas a no dejar a los niños sin enseñanza en estos meses, y sin apoyo individualizado.
    Claro que eso implicaría primero un liderazgo para que todo el profesorado relacionado con educación y ciencias sociales estuviera obligado a participar. Digo "obligado", porque los correos que recibimos son de medias tintas ("no se puede obligar a nadie a enseñar online", "no se puede obligar a los alumnos a asistir a videoconferencias"). Tenemos el deber ético de trabajar tanto como los profesionales sanitarios. Más en estos momentos

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